El congelador, a menudo subestimado en nuestros hogares, es un aliado valioso para una alimentación más saludable y práctica. A menudo, recurrimos a ultraprocesados y precocinados en momentos de apuro, sin saber que este electrodoméstico puede ayudarnos a preparar recetas sanas y deliciosas en cuestión de minutos.
Aprender a usar el congelador correctamente es esencial. Primero, debemos aprender a congelar y descongelar adecuadamente, evitando errores comunes. Además, es crucial conocer qué alimentos se pueden congelar y en qué formatos, recordando que el congelador no es una despensa a largo plazo, y los alimentos deben conservarse durante unas semanas como máximo.
Según Vanesa Bustos, cocinera y profesora de cocina, la mayoría de los alimentos se pueden congelar, pero aquellos con alto contenido de agua pueden sufrir cambios en textura y sabor durante la descongelación. Por lo tanto, es importante congelar en porciones pequeñas y asegurar un cierre hermético.
Cuando llega el momento de descongelar, nunca lo hagas a temperatura ambiente. Siempre utiliza la nevera o el microondas si tienes prisa, para evitar riesgos de contaminación bacteriana.
Algunos alimentos no se deben congelar crudos. Por ejemplo, las patatas cambian su textura, pero si las congelas en forma de crema, no habrá problema. Las verduras, debido a su alto contenido de agua, deben hervirse levemente antes de congelarlas. Esto te permite tener verduras frescas en cualquier momento y aprovechar las temporadas para congelarlas cuando están en su mejor momento.
Las frutas crudas también pueden perder sus propiedades al congelarse, pero son ideales para batidos. Por ejemplo, el plátano maduro se puede cortar en rodajas y congelar para su uso posterior.
El marisco, como gambas y langostinos, se puede congelar crudo, pero los bivalvos como mejillones deben hervirse antes de congelar. Para evitar problemas, congelar el marisco en recipientes alargados cubiertos con agua mineral.
La mayoría de los pescados se pueden congelar sin problemas, excepto la merluza, cuya textura cambia. Las setas deben saltearse antes de congelarlas y almacenarse herméticamente.
En cuanto a los lácteos, evita congelar leche o quesos frescos, ya que pueden volverse granulosos. Sin embargo, no hay problema en congelar platos que contengan queso rallado para gratinar.
Los huevos crudos pueden congelarse, pero es importante batir la yema antes y, si es necesario, añadir sal o azúcar según su uso futuro.