Según el último informe del Banco Central de la República Argentina (BCRA), las entidades financieras reguladas incrementaron sus ganancias en un 26% interanual, alcanzando 10,7 billones de pesos en los últimos doce meses. Este resultado se debe principalmente a la rentabilidad obtenida por la tenencia de títulos públicos del Tesoro Nacional. Sin embargo, el informe también señala un dato preocupante: el alza en la morosidad de los préstamos privados, especialmente en el uso de tarjetas de crédito destinadas al consumo diario de las familias.
Durante noviembre, el crédito al sector privado en pesos aumentó un 4,6% en términos reales, impulsado principalmente por los préstamos al consumo. Este tipo de financiamiento acumuló un incremento interanual del 17,2%. No obstante, dicho endeudamiento refleja la precariedad económica de muchas familias que deben recurrir a las tarjetas de crédito o incluso a entidades no bancarias para cubrir necesidades básicas, como la compra de alimentos. Según un estudio del Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas de Córdoba, el 87,9% de los encuestados financian su alimentación mediante tarjetas de crédito.
El informe también revela un incremento en la morosidad de los pagos con tarjetas de crédito, que alcanzó el 2,6% en noviembre, un leve aumento respecto al mes anterior. Además, el rechazo de cheques por falta de fondos mostró un alza, ubicándose en 0,71% en cantidad y 0,49% en montos reales. Estos indicadores reflejan una creciente fragilidad financiera en los hogares argentinos, quienes enfrentan dificultades para cumplir con sus obligaciones económicas.
En este contexto, la combinación de mayores ganancias para los bancos y el endeudamiento creciente de las familias configura un escenario de desigualdad. La situación plantea desafíos urgentes, ya que la dependencia del crédito para el consumo básico podría generar un límite explosivo en la economía doméstica y una mayor pauperización social.
