El reparto de bienes tras el fallecimiento de un familiar puede convertirse en un verdadero problema cuando los herederos no logran ponerse de acuerdo. En muchos casos, la negativa de uno o varios miembros de la familia a aceptar la división propuesta bloquea el proceso sucesorio, impidiendo la distribución de la herencia. Esta situación genera demoras judiciales y, en algunos casos, la intervención de un juez para resolver la disputa.
Uno de los conflictos más comunes ocurre cuando un heredero habita la vivienda familiar y se niega a desalojarla o venderla, afectando el reparto equitativo de los bienes. También es frecuente que algunos herederos carezcan de liquidez para afrontar los gastos de sucesión, lo que retrasa aún más el trámite. Además, cuando la herencia incluye deudas, algunos familiares pueden rechazarla, complicando aún más la resolución del conflicto.
La ley establece que los bienes deben distribuirse en partes iguales entre los herederos forzosos, como hijos y cónyuge, salvo que exista un testamento que indique lo contrario. Sin embargo, si las diferencias persisten y no se logra un acuerdo entre los familiares, la única solución es acudir a la Justicia. En estos casos, un juez puede ordenar la venta de los bienes y la posterior distribución del dinero entre los herederos.
Para evitar disputas prolongadas y costosos procesos judiciales, los especialistas recomiendan el asesoramiento legal previo y el diálogo entre los familiares. Una correcta planificación sucesoria, que puede incluir testamentos o donaciones en vida, ayuda a prevenir conflictos y facilita la transmisión del patrimonio sin afectar la armonía familiar.
