El 2 de septiembre se celebra en Argentina el Día de la Industria, una fecha que, curiosamente, conmemora un hecho delictivo del pasado. La elección de este día para homenajear a la industria nacional tiene su origen en un episodio de contrabando ocurrido en 1587, mucho antes de que el país existiera como tal.
El 2 de septiembre de 1587, la carabela San Antonio zarpó desde el Riachuelo, entonces un fondeadero que servía como puerto en Buenos Aires, con destino a Brasil. A bordo, llevaba un cargamento proveniente de Tucumán, fletado por el obispo Fray Francisco de Vitoria. El envío incluía tejidos y bolsas de harina producidos en Santiago del Estero, una ciudad próspera en ese momento. Sin embargo, el gobernador del Tucumán, Ramírez de Velasco, denunció que dentro de las bolsas de harina viajaban camuflados varios kilos de barras de plata provenientes del Potosí, cuya exportación estaba prohibida por Real Cédula. Así, lo que se conoce como la «primera exportación argentina» fue en realidad un acto de contrabando y comercio ilegal.
El desarrollo industrial en el territorio argentino tardó siglos en concretarse. No fue hasta finales del siglo XVIII cuando comenzaron a llegar las primeras manufacturas inglesas a Buenos Aires. Sin embargo, la masiva importación de bienes dificultó el crecimiento de la industria local, que recién logró consolidarse entrado el siglo XX. El debate entre librecambistas y proteccionistas se extendió durante los siglos XIX y XX, y continúa siendo relevante en la actualidad.