El día de ayer la NASA informó que el asteroide YR4, recientemente descubierto, tiene un 3,1% de probabilidades de impactar la Tierra el 22 de diciembre de 2032. Este porcentaje representa el nivel más alto jamás registrado en este tipo de mediciones. Con un tamaño estimado entre 40 y 90 metros de ancho, el impacto podría causar la destrucción de una ciudad entera, según estimaciones de las agencias espaciales internacionales.
A pesar de la preocupación, los expertos advierten que estas proyecciones se basan en datos preliminares y podrían cambiar a medida que se recopile más información sobre la trayectoria del asteroide. «No entro en pánico», aseguró Bruce Betts, de la organización Planetary Society, aunque destacó la importancia de seguir monitoreando el objeto celeste. Por su parte, Richard Moissl, jefe de la oficina de defensa planetaria de la Agencia Espacial Europea (ESA), afirmó que este tipo de eventos son «muy, muy raros» y que, por ahora, no hay motivo de alarma.
Los científicos destacan que, en caso de colisión, la potencia del impacto sería equivalente a 1.000 veces la bomba nuclear de Hiroshima, lo que podría generar devastación en una zona extensa o incluso un tsunami si cayera en el océano. La comunidad internacional confía en el telescopio espacial James Webb para obtener observaciones más precisas en marzo, antes de que el asteroide deje de ser visible para los telescopios terrestres y reaparezca en 2028.
Si se confirmara un riesgo real, las agencias espaciales podrían considerar una misión para desviar su trayectoria, tal como ocurrió en 2022 cuando la NASA logró alterar el curso de un asteroide inofensivo mediante el impacto de una nave. Mientras tanto, el corredor de posible impacto identificado por la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) abarca el océano Pacífico oriental, el norte de Sudamérica, el Atlántico, África, el Mar Arábigo y el sur de Asia.