A casi dos años de la implementación del etiquetado frontal en los alimentos en Argentina, un estudio de la UCA revela cambios y desafíos en el consumo y la composición de los productos alimenticios.
El estudio indica que un tercio de los hogares ha modificado sus hábitos de consumo gracias a los sellos negros que advierten sobre el exceso de azúcares, grasas, sodio y calorías. Sin embargo, el 75% de los niños y adolescentes viven en hogares que no cambiaron su dieta, y esta situación es más prevalente en hogares de bajos recursos.
Las mayores mejoras en la composición nutricional se observaron en quesos blandos, medallones congelados de cereales y legumbres procesadas. Estos productos fueron reformulados para evitar los sellos negros.
A pesar de las mejoras, algunos alimentos recomendados por las guías nutricionales, como legumbres enlatadas y yogures, siguen teniendo sellos negros debido a su contenido de sodio o azúcares, lo que podría desincentivar su consumo.
El informe destaca que, aunque el etiquetado frontal es una herramienta útil, su impacto en la dieta de niños y adolescentes es limitado. Además, el 89% de los alimentos recomendados por las guías tienen al menos un sello de advertencia, lo que puede crear percepciones negativas sobre alimentos saludables.