Detectar a tiempo que un perro está enfermo es fundamental para garantizar su salud y bienestar. Aunque algunas señales pueden ser sutiles, los cambios en el comportamiento, el apetito y el estado físico suelen ser los primeros indicios. Si tu perro está más apático de lo habitual, evita jugar o presenta cansancio extremo, podría estar enfrentando alguna dolencia.
Otro indicador común es la falta de apetito o, en algunos casos, un aumento inusual de hambre o sed. Si esto se acompaña de vómitos, diarrea o dificultad para defecar, es importante consultar a un veterinario. Además, prestar atención a su peso también es crucial: tanto una pérdida como un aumento repentino podrían ser señales de problemas metabólicos o infecciones.
La piel y el pelaje reflejan mucho sobre la salud de los perros. Caída excesiva de pelo, caspa, sarpullidos o heridas que no cicatrizan son alertas que no deben ignorarse. Del mismo modo, los ojos y oídos son indicadores sensibles: enrojecimiento, secreción o un olor fuerte en las orejas pueden sugerir infecciones o alergias.
Finalmente, comportamientos como rascarse excesivamente, cojear, temblores o dificultad para moverse también deben tomarse en serio. Ante cualquier síntoma inusual, es vital acudir a un veterinario para un diagnóstico y tratamiento oportunos.