En un preocupante giro en el conflicto entre Rusia y Ucrania, Moscú lanzó por primera vez un misil balístico intercontinental contra territorio ucraniano, según reportó el ejército del aire de Ucrania. El ataque tuvo como objetivo la ciudad de Dnipro, ubicada en el centro-este del país, y forma parte de una ofensiva que incluyó también un misil hipersónico Kinzhal y siete misiles de crucero. Este acto marca una nueva escalada en el conflicto iniciado en febrero de 2022, llevando las hostilidades a un nivel sin precedentes.
El misil utilizado, identificado como un RS-26 Rubezh, tiene un alcance de 5.800 kilómetros y puede transportar ojivas nucleares de hasta 800 kilogramos. Aunque el ejército ucraniano aseguró que la carga en esta ocasión no era nuclear, la potencia destructiva de esta arma genera alarma a nivel internacional. Las defensas antiaéreas lograron interceptar seis de los misiles de crucero, pero no pudieron detener el RS-26 ni el Kinzhal, ambos considerados los más avanzados del arsenal ruso.
El impacto del ataque dejó daños significativos en instalaciones industriales de Dnipro, aunque no se reportaron víctimas iniciales. Este evento ocurre mientras el conflicto se intensifica en el ámbito diplomático, con varios países, incluyendo Estados Unidos, España, Italia y Grecia, cerrando sus embajadas en Kiev por temor a un ataque masivo. Desde Rusia, el Kremlin se negó a confirmar el uso del misil balístico, aunque su portavoz, Dmitri Peskov, enfatizó los esfuerzos para evitar un conflicto nuclear en medio de la creciente tensión.
Ucrania ha acusado a Rusia de utilizar el territorio ucraniano como campo de pruebas para sus armas más avanzadas, una postura respaldada por el presidente Volodymyr Zelensky. Mientras tanto, Rusia argumenta que los ataques recientes con misiles de largo alcance por parte de Ucrania, suministrados por potencias occidentales, representan una provocación y una «nueva escalada» en el conflicto.